viernes, 6 de febrero de 2009

La visita


La Visita

El hombre toca el timbre de la puerta y espera una respuesta. Durante un tiempo demasiado largo nadie parece atenderla. No se atreve a volver a accionar el conmutador; prudente, y prefiere esperar una respuesta. Duda. Finalmente cuando va a volver a apretar el botón se oyen unos pasos de tacón firmes, sordos, al otro lado de la puerta. El sabe de quien se trata.

Le abre ella. Su sueño. La Diosa.

La mujer le mira desde la puerta franqueada; Es alta y delgada, ósea, y morena ; viste de negro, con falta corta y amplia de vuelo, y blusa de cuello alto que deja al descubierto axilas y hombros, como prendas de piel satinada. Lleva unos zapatos negros de tacón alto y las medias con del mismo color. Se para al otro lado de la puerta con las manos en jarras, a ambos lados de sus caderas. Desafiante. Hay una burla en la mirada. Los labios intensamente rojos se abren levemente para dejar ver la línea de dientes blanquísimos. El hombre aprecia una sombra en sus axilas, una clave de trasgresión de convencionalismos. Ella sujeta con una mano la puerta y la abre ampliamente:

- Vaya, llego el hombrecito maleducado. Pasa, pasa, bobo, que tenemos mucho que hacer.

La mujer cierra la puerta apenas entra el hombre en el recibidor, y alarga su mano hasta apoyarla en su pechera, y con la convicción de quien se sabe obedecida le empuja hacía atrás hasta arrinconarlo de espaldas a la pared. Acerca, con parsimoniosa lentitud, su cara a la del varón hasta colocarse cerca de ella, lateralmente, y durante un rato permanece quieta, exhalando su aliento con la boca entreabierta sobre la cara del hombre, mirando los ojos obedientes del sometido. El hombre bebe ese aliento como quien comulga, intensamente, sabiendo que eso le hace fiel al altar de su Diosa. El hombre adora el aliento de esa Diosa. Lo respira, como quien comulga convencido y fiel.

Lentamente, como quien descubre, la mujer desliza una de sus manos, discurriendo cuello abajo, hasta notar, bajo la blusa los pezones del varón. Se detiene allí, para quedarse y manipula con sus dedos sobre la tela hasta buscar la perfección de la presa eficaz, entre índice y pulgar. Entonces inicia su danza. Pellizca reiteradamente, con creciente autoridad, uno y luego otro pezón. Y de nuevo uno. Y vuelta al otro, en un baile sin aparente final. Mantiene el castigo con la cadencia de un balansé, aquí y allá, asegurándose de que su acción tiene una traducción obvia en el gesto del varón, que frunce el ceño y respira anhelante el aire que sale de la boca roja de la hembra autoritaria.

La mano libre de la mujer se desliza cuerpo abajo, palpando mientras desciende, acariciando mientras busca, con la certeza de que sabrá llegar. Alcanza la bragueta del hombre. Palpa el bulto del hombre que respira el aliento que le da. Luego, de un tirón, baja la cremallera y mete, como quien toma lo que es suyo, su mano entre los bordes plásticos. Palpa indecentemente, posesivamente, los genitales del hombre, aun tapados por el calzoncillo. Ella mueve su pie y golpea discretamente en los bordes internos de los del hombre, que entiende y separa un poco sus piernas para facilitar la manipulación de la mujer. Durante un rato ella soba al hombre, buscando su excitación, con una cierta parsimonia divertida en la mirada. El hombre nota crecer su sexo entre las manos de la mujer. Eso parece divertirla, e insiste en su caricia limitada, mezcla de poder y estímulo. Decide meter su mano bajo el calzoncillo y toma entre sus manos el escroto del varón que , inevitablemente, gime e indefectiblemente se empalma.

- ¿Te mojas perra?- La mujer se ríe de su propia frase. Y el hombre calla y aspira el aroma perfecto de esa mujer - Te quiero mojada putilla, así que asegúrate de estarlo. ¿Estas seguro de que estos ovarios llevan diez días sin descargar? ¿No se te habrá ocurrido masturbarte a solas, o follarte a tu mujercita, verdad?. Ya sabes que tu flujo es mío, guapa, así que más te vale que lo recuerdes o yo te enseñare a tenerlo presente.

Luego, con su mano libre, que libera los pezones castigados, sujeta por el rostro al hombre. Sonríe enigmática, definitivamente maliciosa. Finalmente dirige la cara del varón a enfrentarse con una silla que hay al otro lado del hall.

- Ponte esa ropita, linda, que es la que mejor te está.

Sobre la silla hay un vestido singular. Es un traje de muchacha de servicio antigua, de camarera quizás, o de señorita de servicio doméstico de casa bien.

El hombre, cuando la mujer le libera de su presa en los huevos y el rostro, se dirige a la silla indeciso, inseguro de qué debe hacer exactamente.

- A ver bobita, no se si acabas de pillarlo. La idea es que te desnudes de tu ropa de hombre, que te viene fatal, y te metas en ese uniforme que es el adecuado para ti. Es la mar de fácil. ¿puedes entenderlo o te cruzo la cara para espabilarte?.

Como el hombre alarga sus manos para tocar las prendas femeninas depositadas en la silla, la mujer se acerca a él y sujetándole del pelo le hace arrodillarse frente a ella, y luego, una vez sometido, al voleo, con las manos abiertas y francas abofetea sus mejillas una y otra vez, en tres ocasiones consecutivas. El sonido plano del castigo ha sonado lo bastante firme para saber que lo era. El varón tiene un notable escozor en los carrillos. Y calor.

- A ver rica, ¿tu has visto a alguien vestirse sin estar antes desnuda? No seas mema rica, y quítate esa ropa antes de tocar el uniforme que vas a usar en esta casa, de la mañana a la noche. A ver si aprendemos a vestirnos ¡boba!

El hombre, las mejillas acaloradas, hace amago de incorporarse, para desvestirse pero ella se adelanta a su gesto y le suelta otra bofetada en la cara que lo deja arrodillado y sorprendido.

- ¿Te he dicho que levantes para desvestirte? ¿Es que tu crees que puedes acomodarte como te venga en gana?. Desnúdate así, arrodillada y espabila que es para hoy.

El varón se somete y comienza a desvestir su cuerpo de la ropa que lo cubre. Se deshace de su chaqueta, duda donde ponerla y acaba dejándola en el suelo; luego se despoja de su corbata y su camisa, y comienza a soltarse el cinturón. Ella le mira complacida, divertida, y burlona. Con movimientos de contorsión se quita los pantalones y los deja sobre las otras prendas ya quitadas. Comienza a quitarse el calzoncillo más inseguro. Ella se adelanta y sujeta por uno de los pezones al hombre, usando sus dedos como pinzas, urgiéndole a librarse de esa prenda. Aprieta su presa en la medida que el hombre se embarulla en esa posición, así sujeto, para deshacerse de los calzoncillos .

- Muy bien nena lista. A ver bonita ¿qué se pone una primero cuando se viste?

- ¿La ropa interior?

- ¡Bingo!, la nena ha aprobado la primera lección!!. Pues a ver bonita, busca entre la ropita y colócate lo que es preciso, y con el orden correcto.

Hay una braga escueta, roja, con mucha puntilla, en la silla y al lado un sujetador del mismo color, a juego. El hombre toma las prendas y comienza a colocarse la braguita y al hacerlo ella aprovecha la indefensión para volver a apretar sus pezones con ambas manos, pero esta vez ella se aculilla par hacerlo con más y mejor intensidad. El hombre da un respingo y se espabila, hasta colocar la braga en posición , aunque su sexo más bien hinchado apenas queda cubierto por la prenda. Finalmente ella suelta su presa, los pezones del varón, y levantándose le ordena hacerlo a él también.

- A ver marrana ¿Tu crees que es decente en una señorita como Dios manda lleve el coño al aire? ¿Es que no sabes taparte las vergüenzas? ¿ni siquiera sabes ponerte una bragas como es debido? ¿Eh? le aplica un sonoro cachete que suena seco en la habitación silenciosa - ¡Adecéntate que no son horas de ir provocando, mema, ya te dejaré que te desbrabes cuando sea conveniente. Pero ahora, cochina, tápate bien los pelitos del coño, ¡ a ver si eres capaz ¡

La mujer se coloca frente a él, brazos en jarras, mientras el hombre mira bajo sus axilas el vello oscuro que brilla con intensidad metálica, como plata negra. Aparta a vista segundos antes de ser sorprendido “in fraganti” y se pone a obedecer la orden. La mujer espera esa reacción y el sumiso, haciendo alardes malabares para meter sus atributos en la escueta braga que lleva, logra, más mal que bien, dejar sus testículos y falo metidos bajo la felpa minúscula, empujando de todo ello hacía atrás y cerrando ligeramente las piernas. Ella parece satisfecha, del resultado.

El hombre mira el sujetador y queda dudoso, sobre que hacer con aquello, medio segundo. ¡Plas!. Recibe otra bofetada.

- ¿Que pasa? ¿Es que no quieres taparte las tetas? ¿ Pretendes ir como una gorrina?, ¿empitonada todo el día?. ¿Estas buscando poner cachondos a mis amigos quizas?, ¡si seras puta!,. Anda boba, ponte el sujetador y no me aburras a ver si hacemos de ti una hembra decente, que no se porque me parece que llevas el estigma de la que nace golfa, y no vas a prender más que a bofetones.

El varón sometido se coloca, pasando sus brazos por los tirantes, el sujetador rojo que ella eligió. Trata en vano de anudarse a la espalda la prenda, sin éxito, y entiende que su posición es muy débil, arrodillado y con las manos a la espalda haciendo algo que no acaba de salir. Y una tras otra, despaciosas pero francas, con mas morbo que violencia, los cachetes empiezan a caerle en el rostro. Y así permanece, abofeteado rítmicamente, escuchando la sonrisa casi sólida de la mujer que le golpea, hasta que logra accionar el cierre de la prenda y ella se da por satisfecha.

- Como ves, guapita, la letra con sangre entra. Por cierto, y para tu conocimiento, una advertencia cordial: si se te ocurra manchar la braguita con flujo, y no sabes retenerte las ganas de que te usen, te encularé seriamente, y mientras lo hago escribirás 100 veces no debo mojarme en las bragas. A ver si somos capaces de ser decentes, puerquita. Y ahora, si a la señorita no le parece mal ¿sería tan grata como para ponerse el uniforme?

El varón toma el vestido negro que debe usar, y hace amago de meterse dentro a pesar de que es ligeramente estrecho. La mujer se adelanta y le agarra por los huevos con la mano.

- Pero buenooooooo, que pasa contigo nenaza ¿es que tienes intención de llevar las pantorrillas al aire? ¿Tu estas deseando poner caliente a alguien quizás? A ver guapita, las medias son prendas que las chicas lleváis ¿Te acuerdas?

Mientras humilla al varón sujetándolo así, usa esa presa para apretar ligeramente los huevos que sujeta, con una intensidad discreta, sin buscar el dolor que ella sabe que ese hombre teme sobre todas las cosas y que evita aplicar, pero con cuya idea juega.

- ¿Necesitas que te estruje un poquito para recordarlo?

- No , por favor, no, Señora, los huevos no, por favor.

- Huevos? Has dicho huevos? – dice sin soltar su presa, a la vez que acerca su boca al rostro sometido del hombre.

- Perdón señora, ovarios, no me apriete los ovarios por favor.

- Ohhhhhh mírala como suplica la nena cuando la sujetan debidamente de sus cositas delicadas. Veraaaas – y al decirlo afirma la posesión de uno de los testículos del varón en el cuenco de su mano- , bonita, la cosa es fácil, tu te aseguras de obedecer pronto y bien, y te portas como una chica decente y servicial, o yo misma me aseguraré de castigarte donde más delicadito tienes tus vergüenzas, mema. Y espabila, que es para hoy.

El hombre liberado toma unas medias, y afortunadamente aprecia que hay un liguero en el conjunto de ropa, y se adelanta a cualquier orden, manipulándolo para comprender como puede ponerse esa prenda. Lamentablemente duda sobre como sostenerla para colocarla debidamente. Y la bofetada suena implacable, de nuevo, aunque esta vez es su nalga la receptora, y una tras otra, con la cadencia de quien sabe torpe y entorpecido al golpeado, mantiene el castigo, una nalga tras otra, hasta que el hombre, a trancas y barrancas, mientras es castigado, atina a ponerse el liguero en su sitio. No obstante y aunque la prenda está en su lugar, ella mantiene las palmetadas en su trasero y el hombre comprende que hay algo que no ha hecho debidamente. Finalmente desplaza el ligero hasta colocarlo, más alto de lo que estaba, en un sitio que parece satisfacer a su Ofensora.

- Hala, cerdita, acaba de vestirte si te sientes capaz, y sino tampoco te agobies que tenemos todo el día, y además ya ves que estoy encantadísima de colaborar de la manera que más te ayuda.

La Dómina levanta sus brazos para llevar sus manos a la nuca y anudarse una cinta de pelo en su melena suelta , y al hacerlo despliega el poder de sus axilas, dos palomas negras desplegadas en vuelo perfecto, dos armas temibles para imantar una mirada, dos pozos hondos donde perderse definitivamente. El hombre se queda alelado mirando aquel vello negro, luciente, que ella sostiene a la vista pausadamente, segura del efecto letal que tiene ese secreto trasgresor sobre el deseo del varón domado. Ella es consciente de su poder, así posada, y sonríe enigmática y pícara, segura del resultado. Y efectivamente este se produce. El hombre no puede evitar empalmarse ligeramente y todo su intento de taparse dentro de esa braga resulta baldío.

- Vaya, vaya, vaya, si parece a que a la putita le gusta mirar ¿Qué es lo que observa tan alelada ella? ¿Qué cosita ves con tanta intensidad que te moja la pochita, rica?. ¿Me estas mirando para ponerte cachonda quizás?. Oh la la, la pequeña sinvergüenza va a resultar que es además descarada ¿si? - la mujer estira su mano y sujeta de los huevos al varón dominado, con la tensión necesaria para sentir su poder, ¿Puede saberse que es lo que te pone turbia? ¿me lo dirá la putita guapa? – y aprieta ligeramente su presa, haciendo escapar un gemido seco y breve, suplicante, de la garganta seca del varón domado. El hombre se apresura a contestar.

- Miraba sus axilas Señora, ya sabe que me fascinan.

- Ahhhh no sabes cuanto me alegra saber que es de tu gusto lo que yo hago con mis rincones íntimos. ¿Y serías tan amable, tan buena, tan servicial, de decirme, por favor, cual es la razón por la que mis sobacos te atraen tantísimo como para perder el pudor de la mirada y mostrarte descarada en tu actitud? ¿Te ayudo a contestarme o prefieres hacerlo solita?

- Es por el vello Señora, me fascina las axilas sin depilar, naturales. Me parecen muy eróticas.

- UUUUUY, a ver, a ver que me cuentes tus secretitos de zorra que no se porque me parece que aquí van salir cosas muy muy feas- sonríe irónica mientas sujeta por el escroto, haciendo rodar los huevos en su mano, sin estrujarlos, pero marcando esa potencialidad -. A ver, nena, varias preguntas para ti, ¿significa eso que cualquier persona, hembra u hombre, al que le veas pelitos axilares, ¿te zozobrará la educación y te llevará a mirarles con deseo?

- No señora, no me pasaría eso con un hombre – el hombre intuye el peligro y la burla de la pregunta-

- ¡Vaya, no sabes lo que me sorprende saberte lesbiana, pero si interpreto bien tu respuesta la conclusión de ello es que te pondrá cachonda cualquier axila peluda de hembra ¿verdad? – La dómina libera la presa en los huevos del sumiso; se retira ligeramente y se dirige a una mesa en la que hay unos guantes de latex que comienza a ponerse parsimoniosamente mientras espera la respuesta.

- No. No señora. Es verdad que es un morbo antiguo ese, ya sabe, lo de las axilas hirsutas, pero en realidad son solo las suyas las que me fascinan absolutamente.

- ¿Deseas que te crea cuando me dices que no mirarías bajo los brazos de una real hembra para ver si lleva el rinconcito depilado o pelón? ¿No miras a las mujeres hermosas que ves por ahí bajo los brazos, si tienes la oportunidad de fisgar? ¿Es eso lo que me estas contado? ¿Te parezco boba? ¿Me mientes cada vez que respondes? ¿No habíamos quedado que no te gustaban los hombres? ¿Me engañas? ¿Te ponen cachonda en realidad? ¿Dónde esta la verdad?

Ella estira despaciosamente los guantes de latex, largamente sobre los antebrazos, luciendo un negro intenso, casi acharolado y peligrosamente sobrios-

- No Señora, para nada, No quiero decir que no mire a otras mujeres si puedo en ese rincón. No estoy orgulloso de ello pero a veces se me va la mirada ahí. Es un rincón fetiche para mi. Pero le aseguro que los hombres no me interesan. Y no quiero decir que Vd no sea muy inteligente, para nada boba , al contrario Vd....

-

Plas!, Ella le da una bofetada sonora en el rostro e interrumpe la perorata del sumiso. El sumiso responde con el silencio que le exigen.

- ¿Calla puerca!, buena mentirosa estas hecha, además de descarda. Así que admites mirar a otras mujeres, con lascivia ¿verdad? Y antes lo negaste. Ohhh que embustera. Y para más INRI resulta que la nena dice que no desea saber nada de hombres como si fuera la verdad más obvia de mundo ¿Qué deberé creer yo de ti? ¿Cuáles de tus palabras serán ciertas y cuales puercas mentiras. ¿Todas?

La mujer abre el cajón de una mesita auxiliar y saca un bote plástico de un líquido claro. Es vaselina. El hombre entiende y ella sabe que ,además, el varón domado asume su rol receptor como un destino. Retira el tapón muy cuidadosamente, muy despacio, mirando a los ojos del hombre, como quien destapa una tapa que guarda un secreto valioso, mientras se acerca a él y le indica que se voltee, baje sus bragas hasta los muslos, y apoye manos y pecho en lo alto del respaldo de una silla. Le asegura que va a ver que clase de virginidad guarda.

- Vamos a ver si efectivamente, como juras con tanta vehemencia, la aprendiza de putilla tiene su vagina debidamente himenada. Vamos a comprobar esa virginidad. Y para que veas que soy muy mimosa, delicadísima, me pondré en la manita exploradora, pringándome los dedos, una vaselina que no estoy segura de que merezcas. Más te vale ser virgen zorra, porque si me engañas vas a comprender lo inconveniente que resulta hacerlo. ¡Levanta ese culo, cerda!

El varón se apresura a hacer, en la postura indicada, lo que se le exige, y separa las piernas, tensando la braga que sostiene en los muslos, para facilitar lo que sabe que viene. Levanta el culo y ofrece sus nalgas descaradamente.

-¡Pero buenooooo! Si la nena se abre como una flor ansiosa!!!. No se porque me parece que tu te sabes esta postura de sobra mmmmm ...... a ver..... a ver......

La mujer sujeta brevemente los testículos de varón sometido para quitar un exceso de vaselina sobrante de su otra mano, frotándola con la nalga ofrecida. Luego con su mano investigadora humedece los confines del ano asegurándose de que el propio orificio recibe, mediante la entrada de una falange bien pringada del lubricante, la dosis correcta. El culo se frunce, como una boca pequeña al contacto del dedo, y hace una pequeña resistencia que ella no tiene problemas en superar empujando lo bastante para vencerla. Luego, apretando suavemente los huevos del hombre le dice, como quien susura:

- Es mejor, reina, que no hagas resistencia o tendré que apretarte donde mas miedo te da, para que te relajes, y me dejes libre el camino. MMMM a verrr, bueno....esto esta muy abierto... uy uy uyyy que van a salir aquí cosas que no debieran. Vamos a ver.... – la mujer mete dos dedos profundamente, buscando el recto abierto, abriendo y saliendo del culo sin dificultad – A ver si me vas a haber engañado..... ¿Estas segura de que este coñito no lo han estrenado antes? ..... a ver si entran más deditos....y te la cargas....- la mujer empuja un tercer dedo dentro del ano pero la resistencia, ahora si, es manifiesta y apenas puede esbozar su falange más pequeña en compañía de los dedos completos que ya asientan en el interior del hombre:

- No se no se.......quizás no te haya montado un hombre bien servido, quizás digas la verdad y aun seas relativamente virgen pero aquí algo ha pasado. Algo muy cochino. A ver, dime ¿se ha metido la nena cositas en el coño ella solita para hacerse pajitas? ¿Te excitas dilatándote un poquito a solas? Quieres que te apriete un poquito los ovarios para que me cuentes la verdad purísima?

- No señora, por favor, no. Los ovarios no....Contaré todo lo que hay de ese asunto. Espere. Se lo cuento todo, de verdad....

- Huy que entretenido...... La mujer se sienta. Piernas separadas, en la silla que hay frente al sumiso, y escucha, ofreciéndole la sombra de la entrepierna al hombre - escucho arrobada princesa, cuéntale a mama las cositas sucias de tu coño, anda, rica.

- Vera Señora, una vez compré un consolador pequeño, un plug en realidad, para jugar con el morbo de ello, ya sabe.

- ¿Jugar?...le llamas jugar a meterte en el coño un consolador? ¿qué hacías después puerca? ¿te masturbabas quizás? ¿Y donde guardabas ese juguete? ¿Sabia tu mujer que lo tenías? ¿Lo sabía también ella? ¿Es tu mujercita de tu estilo de puerca?...cuéntame bonita...que verás como vamos a hacer muchas risas y vamos a encontrar razones para hacerte cositas ricas – y al decir eso toma una fusta negra. Fina, larga, terminada en un trocito de cuero, que hay junto a la silla, y la mueve entre sus manos, de una a otra, o sujetándola a la vez con ambas, sin dejar de mirar los ojos febriles del confesado

- Bueno...fue una cosa que compramos a medias un día, fue una excentricidad que se nos ocurrió en un día de esos morbosos que tuvimos. Ya sabe, a todo le mundo le pasa algún día. Ella, mi mujer, consentía en que lo tuviéramos, aunque jamás se lo colocó. Solo yo lo hice un par de veces.

- Caramba, carambita, carambola carambolita, mírala a ella como se hace jueguitos conyugales. ¿Y sabes porqué tu esposa amantisima no se metió en el trasero ese plug? ¿Lo sospechas? ...yo te lo diré; seguro que esa zorra tiene el culo bien dilatado por algún amante que se la folla bien follada por atrás. ¿Sabes lo que creo?, te lo voy a decir por guapa: Yo creo que probablemente algún mozalbete de poya generosa la tiene enculadita un día si y otro también, y tenía miedo de que vieras lo fácil que ella encajaría ese artilugio. Lo que por cierto, por si no lo sabías te convierte en un cornudo de puta ¿eres consciente de tus cuernos? Creo que vas a darme los datos de tu esposa guapa para que envíe a alguno de mis perros a conquistarla, y saberla, de primera mano, bien follada. ¿Te gustaría saber con certeza la carita que pone tu esposa cuando uno de mis hombres, después de camelársela y llevársela al huerto, la haga correrse boqueando obscenidades dando gritos que contigo nunca daría?¿te apetece que me folle a tu mujer usando a mis esclcvos?

El sumiso calla y permanece quieto mirando al frente mientras la Dómina sigue dilatándole el culo con los dedos, sin dejar de hablar, abriéndole progresivamente, de forma que tras los dos primeros dedos acaban entrando tres dedos, incipientemente, pero haciéndose hueco en su recto sometido. Se siente vejado profundamente pero sabe que en la posición en la que esta solo puede asumir y aceptar lo que su Dómina desee aplicarle. Le zahiere el comentario duro sobre su esposa, pero en la misma medida se siente excitado por esa provocación malsana y sombría, que le toca fibras secretas del alma.

-¿Sabes nena?. Cualquier ginecólogo diría que este coñito tuyo es bastante tragón. Es verdad que tiene un puntito de resistencia pero, la verdad, monina, yo diría que mis deditos exploradores no encuentran un virgo de fundamento. Así que me voy a dar por engañada y eso, linda, me ofende bastante. A ver dime, perra ¿Responderás a mis preguntas a pies juntillas sin florituras ni juegos de esquiva?¿necesitas que te de argumentos suficientes para ablandarte la voluntad ocultista?

La mujer toma, con su mano libre, los testículos colgantes del varón, asiéndolos con la firmeza necesaria para que quede claro que la presa es muy adecuada si la Dómina decide complicar la vida al sumiso. Hace rodar los huevos entre sus dedos, buscando más la advertencia que el castigo.

- A ver, linda, empecemos...Primera pregunta : ¿Te excita imaginar que tu esposa pueda ser usada, por mi voluntad, por otros hombres? ¿te pone calentita la imagen de tu mujer comiéndole la boca a quien yo decida?¿ Te empalma la idea de que le metan en el coño litros de semen blanco y espeso? Y considera que cuando digo si te excita estoy hablando de eso,; exactamente quiero saber si tu mente bulle y tu clítoris se hincha si supones o imaginas que eso puede suceder si lo decido yo.

El sumiso recibe en ese momento, un empujón de la mano de la dómina en lo profundo de su recto, y da un respingo de defensa pero, sujeto como está por los huevos, la maniobra la aborta él mismo, para evitar males mayores. La penetración ha sido eficaz y definitiva. Aún así, y a pesar del aviso físico, la pregunta es una bofetada en el centro neurálgico de los ángulos más secretos de su alma. Él ha imaginado cosas así, imágenes en las que su propia esposa le pone los cuernos desvergonzadamente, pero solo durante masturbaciones solitarias febriles. Y nunca ha hecho partícipe a nadie de esa idea. Se resiste ahora. Se decide a mentir:

- No...no señora..no he pensado esas cosas.

- ¿La perra ha decidido reírse de mí? ¿Necesitas que te enseñe que la sinceridad más absoluta conmigo es una regla sacrosanta que tú, puta barata, no puedes ni siquiera imaginar romper?.....

La Dómina mete y saca con eficacia creciente, en el interior del culo del sometido, sus dedos expansivos. Le folla con vehemencia, y aprieta los huevos lo bastante para que el sumiso no pueda sino recibir las embestidas sin moverse. Sintiéndolo bien. Lo folla a modo, sin consuelo, sin remilgos. Y el culo embestido se ve dilatado sin piedad.

- Tú veras, nena, pero yo diría que te conviene hacer tu tarea de criadita sometida debidamente. Yo que tu empezaría a hablar por los codos. O...,me temo que te voy a dejar el coño, muy, pero que muy, abierto. ¿Acaso no sabes que yo tengo la contraseña de tu mail privado y que he visto como recibes mensajes de grupos pornográficos que se autotitulan como Cuckold? ¿Crees que no se inglés quizás? ¿necesitas que te meta toda la mano en la vagina de puerca para acabar de convencerte de que debes decirme la verdad? ¿Toda la verdad de la cabecita enfermiza de la nena saldrá por fin de tu boquita mamona finalmente?

El hombre sabe que ella le obligará a hablar, y por experiencia sabe que si la decisión de ELLA es abrirle el alma para mirar dentro lo acabará haciendo, así que decide abrir sus secretos. Necesita, además que esa mano se detenga. No puede más.

- Por favor señora Hablaré...por favor.....deme un respiro...se lo voy a contar todo. Le prometo que responderé sin tapujos a sus preguntas. No me guardaré nada más. Se lo juro...deme un respiro en el culo...se lo ruego..

- ¿Dónde has dicho puerca?

- En el coño. Perdone señora......dele un respiro a mi coño.

- Buenoooooo, mírala a ella como por fin me hace pucheritos de puerca y se decide a hablar..... vamos a ver cariño, cielito, cuéntale a tu dueña las cositas sucias que imaginas para tu mujer.

La Dómina saca del culo del sometido los dedos invasores y de dirige, parsimoniosa a sentarse, confortablemente, en una silla cómoda y amplia. Ordena al varón sometido que , de rodillas se acerque a ella, y toma con cada una de sus manos, un pezón del varón arrodillado frente a ella.

- Hala, bonita, cuéntame de la excitación que te produce imaginarte cornudo...te escucho atentísima y tomo nota de cada cosita que me vas a contar sin reparos.

El sumiso traga saliva y se dispone a hablar. Nota la tirantez de los pezones estirados y pellizcados por su interrogadora. Finalmente, cuando empieza a hablar se abre de piernas en el alma paa que mire dentro su Dómina.

- Si señora....a veces pienso en esas cosas y es verdad...estoy suscrito a foros de internet donde cibernéticamente se aborda el tema, se intercambian fotos de cornudos sometidos por sus esposas....es cierto.

- Eso ya lo se bobita. Lo que quiero saber es hasta que grado te excita esa historia.

- La verdad , mi Señora, es que eso me excita mucho. Pero en realidad solo se trata de algo que me sirve para calentarme. No he tenido nunca la idea de pasar a los hechos con algo asó. Mi mujer además , no consentiría.

- ¡Que sabrás tú lo que tu puta, tu mujercita del alma, consentiría si llega el caso. Ya te diré yo lo que consiente o no, ¡mema!.

Estira de los pezones hasta levantar al hombre sobre sus rodillas, en u gesto de defensa doloroso.

- Y ahora, cerda, algo más sobre tu mujer. Veamos ¿Has soñado o imaginado o te has excitado haciéndoselo con otra mujer?

- Bueno señora, eso es más frecuente. Me gusta imaginarla con otra mujer haciendo..haciéndoselo.........eso haciéndoselo con otra.

- Vaya, que versátil.¡ Cuantos `pensamientos en esa cabecita de marrana te caben! eh?

- Y dime, nenaza, ¿Tu mujer te ha contado alguna vez sus pensamientos eróticos? ¿incluyen algunas de las cositas que tu imaginas para ella?..ya sabes.l.os matrimonios bien avenidos se cuentan las cositas íntimas. ¿Qué te ha contado ella de sus deseos sucios?

El hombre guarda silencio un segundo más de lo conveniente. Se lo está pensando. Mala estrategia. La Dómina retuerce los dos pezones del sumiso que se enrosca sobre si mismo sin huir del castigo, no obstante.

- ¿Qué te tengo dicho puta? ¡No te guardes nada cerda!, o¡¡ te arranco los pezones!!. Responde ¿Que pensamnientos sucios tiene tu mujer?

- A veces..a veces...pocas veces ella me cuenta cosas....si es verdad.

- No tengo todo el dia ¡¡¡ perra caliente!!. Cuéntame ahora mismo los secretos sucios de tu puta!!! ¡TODOS!!!- y aprieta de nuevo los pezones.

- Bueno...Ella a veces fabula con hacérselo con otra mujer.....en plan suave y eso...Y algunas veces ha imaginado, conmigo, en caliente ¿eh?, que ella se tiraba a otro tío.

- Mmmmm, vaya vaya con las putillas ¿Tu mujer se masturba? ¿lo hace delante de ti?

- Alguna vez señora. Si, se masturba delante de mi.

- ¿Y te ha contado tu cerda si se toca a solas cuando esta caliente?

- Si señora. A veces lo hace. Me lo ha contado.

- Bien, bien. Eso esta muy bien. Pero que muy bien y muy aclaratorio. Es la puerca que me imaginaba. El otro día, cuando coincidimos en la ópera, y me la presentaste con tanto rodeo , vi que la muy guarrita me miraba como miran las tortilleras. Esa perra va caliente, me dije. Y ya ves..voy a tener razón. Muy bien, guapita, Creo que voy a toma medidas para tu esposa amantísima. Me voy a divertir de lo lindo con los dos. Tan burgueses ellos. Y tan necesitados!!. Pobres. Mamá se va a ocupar de vosotros. Y me ocupare de ella como me ocupo de ti ¿contenta la nena?

La Dómina se lavanta. Acerca un vaso al sumiso. Y le añade.:

- Mastúrbate y córrete en este vaso cerda. Quiero pasar un rato ameno. Me gustan los espectáculos privados. Me calentará para lo que viene después. Me vas a lamer y a lavar el coño con esa boca de puerca que tienes. Tan ágil ella. Ya sabes que solo quiero que me comas el coño cuando tu deseo se ha acabado. Quiero que lo lo hagas sin premio, sin excitación que te estimule. Jodido. Acabado. Y hay de ti si no me chupas luego como los ángeles. Te estrujo los ovarios hasta que llores!!. Vanga perra. Hazte una paja y sácate el flujo al vaso!!!

El varón se masurba en silencio y no tarda e correse en el vaso que su Domina le ofrece. La leche espesa y abundante gotea en el interior. La mujer toma el vaso y lo coloca frente al varón exausto.

- Esto, bonito, todo este flujo, que has dejado en el vaso, entre gemiditos de cerda, te lo vas a beber, en frío , si no me mamas como los ángeles y me limpias el coño y el culo como los ángeles. Yo que tú, me esmeraría, porque este vaso tiene una cantidad atragantosa de líquido.

- Si señora

- Venga cerda…que voy cachonda..cómeme.

Durante unos minutos el varón domado mama el coño generoso y crecientemente aromático de su Dómina. Ella se mueve despacio empujando su vulva en el interior de la boca tragona que la lame. El matrimonio es perfecto…la vulva y lña boca casan un baile sitil y muy eficaz. Disfruta, la Dómina, despacio, tomándose su tiempo. Finalmente, caricia sobre caricia, la mujer comienza a gemir suave, ronronea después, despacito, y comienza a agitar su cuerpo de forma cadenciosa, al ritmo de su excitación creciente, que crece y crece como una ola blanca y ruidosa. El orgasmo pleno le estalla en la garganta y en el coño, como una fuente prodigiosa llena de espuma. El varón reduce el estímulo, muy suavemente, sin frenarlo, hasta que ella, dejando morirle el placer exagerado, y recuperando su aliento, levanta la cara del sumiso, tirando del pelo hacia arriba, y con su mano libre le da dos bofetedas sonoras. En el rostro, en un lado y de vuelta, el el otro. Dos bofetadas francas, plenas, absolutas.

- Y ahora nena, lavame el coño lávame el coño con la boca y repásame el culo al final. Por ese orden, que soy muy relimpia yo ¿verdad? Y no estoy segura de haber estado hoy muy hábil con la ducha. Esta mañana estaba apresurada..y tu….que me adoras tantísimo seguro que me comprendes y me vas a aliviar los detallitos ¿a que si?

- Si..si señora

- Pues hala……..a ello, preciosidad. Que se te note la educación sentimental que te regalo.

El varón, pronto y excelente estimulado por la orden, se apresta a realizar la toilette final, íntima de una mujer a la que, él sabe..obedecera religiosamente.

La emoción al poder, antes que aun que los adoquines de Paris hablen, imaginen siquiera.


Mi consentido Bilbaino

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